El secretario general de la Federación Aceitera, Daniel Yofra, defendió el modelo sindical del sector, alertó sobre la reforma laboral y cuestionó la pasividad de la CGT. “No se puede ser pobre trabajando”, afirmó.
En un escenario marcado por la pérdida del poder adquisitivo, la precarización laboral y la amenaza de una reforma regresiva, el secretario general de la Federación Aceitera y Desmotadora de Algodón de la República Argentina, Daniel Yofra, sostuvo que el salario es una decisión política que se disputa con organización y conflicto. “El salario no lo fija la inflación ni el mercado: lo fija la necesidad del trabajador”, afirmó en diálogo con Informe de Pájaros, por Radio Con Aguante.
Yofra realizó un balance del año y destacó que, en un contexto adverso para amplios sectores de la economía, el gremio aceitero logró cerrar una paritaria que llevó el salario básico de la categoría peón a 2.344.000 pesos a partir del 1° de enero, sin despidos, suspensiones ni cierres de plantas. “Eso hoy es casi una excepción, sobre todo entre las pymes”, subrayó.
Sin embargo, aclaró que el resultado salarial no implica tranquilidad. “Estamos muy preocupados por la reforma laboral. Si avanza, es un retroceso histórico enorme. Y ahí no queda otra que salir a pelear”, advirtió.
Daniel Yofra: un sindicalismo que no negocia derechos
El dirigente marcó diferencias con otros sectores del movimiento obrero, en particular con la conducción de la CGT. “En dos años de un gobierno que vino a declarar la guerra a la clase trabajadora, la central tuvo una actitud pasiva”, cuestionó. En contraposición, reivindicó la trayectoria de lucha del gremio aceitero con todos los gobiernos: “Hicimos 25 días de huelga con Cristina Kirchner, 22 con Alberto Fernández y 7 con este gobierno. Porque nosotros representamos a trabajadores y trabajadoras, no a partidos políticos”.
“Hay que pegar donde más les duele. Yo haría un paro por tiempo indeterminado. No voy a esperar la reforma laboral para estar peor. Le llaman modernización, pero es volver cien años atrás”.
Frente al argumento de que los salarios aceiteros se explican por pertenecer a un sector altamente rentable, Yofra fue categórico. “Eso es falso. Yo entré a trabajar en 1992 en una multinacional enorme y éramos trabajadores pobres. Vivíamos de hacer horas extras para sobrevivir. Hoy ganamos este salario porque luchamos, no porque las empresas sean ricas”.
Según explicó, el salario aceitero se paga tanto en grandes exportadoras como en empresas más pequeñas. “Pagar este salario implica que los patrones ganen menos. Esa es la pelea que hay que dar”, resumió.
Conciencia, organización y salario
Yofra ubicó el origen del modelo sindical aceitero en una definición política tomada a comienzos de los 2000: discutir cuánto debía ganar un trabajador para vivir dignamente. “No lo fija el mercado ni la inflación. Lo fija la necesidad. Ese es el punto de partida”, sostuvo.

Esa concepción, aclaró, no fue pensada para quedar encerrada en el sector. “Mientras más sindicatos luchen por ese salario, más fuerza vamos a tener. La unidad viene de la necesidad, y el salario es la columna vertebral de todos los trabajadores”.
En ese marco, reivindicó la importancia de hacer visible la pelea. “Nosotros no escondemos el salario que tenemos, lo decimos y lo gritamos. Porque muchas veces la lucha se gana y no se cuenta, y eso es un error”.
Jóvenes, precarización y responsabilidad sindical
Consultado por las nuevas generaciones y el mundo del trabajo, Yofra fue crítico. “Hoy los pibes sólo acceden a trabajos precarizados y eso también es responsabilidad de los sindicatos que no se hacen cargo”, afirmó. Cuestionó la naturalización de formas de empleo sin derechos y salarios miserables: “Les hacen creer que repartir en bicicleta con una mochila es dignidad, cuando es explotación”.
Para el dirigente, el problema es estructural. “No puede ser que alguien sea pobre trabajando. Hace 50 años se buscaba trabajo para dejar de ser pobre. Hoy quieren que nos conformemos con migajas”.
“Los trabajadores están esperando que los dirigentes organicen la bronca. No es verdad que no quieran ir al paro. No tienen nada que perder. El miedo se usa como herramienta de extorsión”.
Presentación de “Aceiteros, una lucha por el salario, la democracia obrera y la conciencia de clase”
Al cierre del primer día del 74° Congreso Aceitero y Desmotador, que se realizó hace unos días, Daniel Yofra, Secretario General de la FTCIODyARA presentó junto al periodista Pablo Waisberg el libro titulado “Aceiteros, una lucha por el salario, la democracia obrera y la conciencia de clase”.
Yofra dijo ese día que la intención fue reflejar esa lucha en el libro para que “todos tengan la posibilidad no de tomarlo como una receta ni como un manual de consulta, pero sí para que sepan la historia de un grupo de trabajadores que después se llevó a otros lugares de parte de Rosario, Buenos Aires Capital, los compañeros de San Luis y después todo el país a partir del 2009”.
Yofra celebró que puedan leerlo compañeros que no vivieron esa etapa ya que “hay historias de vida y relatos de compañeros de ese momento, de la huelga histórica que hicimos en el 2015 y de la huelga del 2020” que arrojan luz sobre “la verdadera historia de los aceiteros y que nadie crea que tenemos este salario o hemos logrado alguna conquista debido a las empresas, o que trabajamos en un sector que tiene mucha plata”.

Reforma laboral y conflicto abierto
De cara a lo que viene, Yofra anticipó un escenario de fuerte conflictividad. “Esto va a ser complicado. Todo depende de si la CGT cambia de actitud. El diálogo se terminó hace rato. Este gobierno no consensúa porque cree que tiene poder absoluto”, señaló.
Rechazó la idea de que los trabajadores no estén dispuestos a luchar. “Es mentira que no quieren ir al paro. No tienen nada que perder. El miedo se usa como herramienta de extorsión”, afirmó, y planteó que la respuesta debe golpear donde más duele: la economía.
“Yo haría un paro por tiempo indeterminado. No voy a esperar la reforma laboral para estar peor. Le llaman modernización, pero es volver cien años atrás”, lanzó.
El cierre fue una definición política sin matices: “Ojalá tengamos un año de lucha. No de paz: de lucha”.
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📍Con Pablo Mercau, Solana López, Jorge Kreyness y Luana Haiht.
