[24 de agosto de 2021] “La terrible decisión de la dictadura de Onganía de intervenir ingenios azucareros terminó con el cierre de 11 de los 27 ingenios en la provincia, lo que generó una crisis económica y social de proporciones”, describió la historiadora Silvia Nassif en Puro Contenido Radio.
Por primera vez, el Estado argentino reconoció las consecuencias de este episodio para Tucumán instituyendo al 22 de agosto como el “Día Nacional del Desagravio al pueblo tucumano por el cierre masivo de ingenios azucareros pergeñado por la dictadura de 1966”.
“La actividad azucarera era y sigue siendo una de las principales de la provincia, y el decreto de Juan Carlos Onganía eliminó de un plumazo 50 mil empleos. Más de un cuarto de la población tucumana, al no encontrar trabajo, tuvo que irse al gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba, generando un desmembramiento familiar y social”, describió Nassif.
“Tucumán venía de una crisis de sobreproducción en el 65, y al mismo tiempo la dictadura de Onganía se presentaba como un modelo modernizador, y planteaba a la industria azucarera como obsoleta, algo que no era cierto”, detalló.
“Luego del cierre de los ingenios, se producía un 25% más de azúcar, pero con mucha más concentración, y hubo grupos económicos que salieron muy beneficiados, como los Ledesma e ingenios en Salta y Jujuy”.
Los ganadores
Una de las enseñanzas de este episodio, “es ver cómo afectan estas medidas a cada sector, porque algunos pocos salen beneficiados. Tucumán nunca se recuperó luego de este golpe. A pesar de las mentiras de la dictadura, porque Onganía dijo que Tucumán iba a vivir una diversificación productiva, y eso no ocurrió. Hoy no existen otras fábricas que empleen la mano de obra que se perdió. Hoy, se ven esas contradicciones en la producción del bioetanol, ya que el azúcar pasó a ser un subproducto de la caña y también hay otras posibilidades, como la elaboración de biocombustibles”, comentó la historiadora.
El objetivo de conmemorar cada 22 de agosto el cierre de Ingenios Azucareros en Tucumán es que estos hechos se difundan y mantengan la memoria colectiva. En ese marco, las profesoras Ximena Rosich y Daniela Wieder, y la doctora Silvia Gabriela Nassif -estas dos últimas, profesionales del Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat (INTEPH, CONICET-UNT)-, desarrollaron una propuesta de enseñanza plasmado en el libro ¿Por qué arde Tucumán, 1966-1973? El objetivo es abrir las puertas a la reflexión sobre la relevancia de esos hechos históricos, cuyas cicatrices aún perduran, con la comunidad educativa. La iniciativa está pensada sobre la base de dos pilares: un libro en formato digital, y capacitaciones a docentes del nivel secundario.
El libro ¿Por qué arde Tucumán? Cierre de ingenios y conflictos sociales, 1966-1973: cuaderno para el aula, está destinado principalmente a escuelas secundarias y cuenta con la colaboración de destacados y destacadas especialistas. Se destaca al trabajo de la artista plástica tucumana María Eugenia Correa, quien desarrolló, junto con las autoras, una historieta histórica original sobre la lucha de la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera) y el asesinato de Hilda Guerrero de Molina. La publicación está a cargo de la editorial Humanitas, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT a través del Instituto de Investigaciones Históricas Dr. Ramón Leoni Pinto (INIHLEP), y fue pensada para acompañar la tarea en el aula de educadores, especialmente del área de las Ciencias Sociales, aunque también abre el abanico para articular con las disciplinas artísticas y de la lengua y literatura.