El Gobierno plantea el cierre de ENOHSA, en organismo clave para asegurar agua y saneamiento para millones de argentinos

Cuáles fueron las reacciones de los trabajadores y qué perspectivas se abren con esta decisión.

Desde su creación hace 61 años, el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA) ha jugado un rol clave en la expansión de estas infraestructuras, contribuyendo a la mejora de la calidad de vida de millones de personas, especialmente en las regiones más vulnerables.

El acceso al agua potable y a sistemas de saneamiento adecuados es un derecho básico que, en muchas zonas de Argentina, aún no está garantizado para todos.

Con el 80% de la población argentina accediendo a agua potable y solo el 60% con redes cloacales, las brechas son más evidentes en provincias y áreas rurales. En estos territorios, el ENOHSA ha sido el motor que impulsó proyectos esenciales, llevando agua limpia a comunidades históricamente marginadas y ampliando redes de saneamiento. “El impacto del acceso al agua potable no solo es sanitario, sino también social y económico”, aseguran expertos en desarrollo, al destacar la importancia de estas obras para prevenir enfermedades y promover el bienestar general.

Manuel Aner, delegado de Base del Sindicato de Trabajadores de Obras Sanitarias analizó el cierre del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA).

Sin embargo, el futuro de este organismo se enfrenta a nuevos desafíos. Tras varios recortes en su personal, la operatividad del ENOHSA se ha visto afectada. Según datos recientes, el ente ha reducido su plantilla en un 35%, lo que compromete su capacidad para supervisar y ejecutar los proyectos en marcha. Esto pone en riesgo no solo las obras actuales, sino también el futuro acceso a servicios básicos para las comunidades más desfavorecidas.

“El anuncio de la disolución del ENOHSA no solo pone en riesgo la continuidad de proyectos en marcha, sino que también amenaza con un retroceso en los avances logrados en materia de salud pública y desarrollo social”, denunció el Sindicato Gran Buenos Aires de Trabajadores de Obras Sanitarias (SGBATOS) que lidera el cegetista José Luis Lingeri.

Un impacto más allá de las obras

Para quienes trabajan en el ENOHSA, la situación es preocupante. Con 230 empleados, conocidos como la “familia sanitarista”, el organismo cuenta con personal altamente calificado en la planificación y ejecución de obras de saneamiento. Estos trabajadores, muchos con décadas de experiencia, temen que el cierre del ENOHSA suponga una pérdida irrecuperable para el país.

Protesta de los trabajadores de ENHOSA.

“Cada obra de saneamiento representa una oportunidad de mejorar la vida de miles de personas”, afirma uno de los ingenieros que prefirió mantenerse en el anonimato. “Pero con cada recorte, esa oportunidad se desvanece”. La reducción de personal no solo afecta al día a día de los trabajadores, sino también al progreso de los proyectos en curso, generando incertidumbre sobre el futuro de las comunidades más vulnerables.

El legado del ENOHSA, tras más de seis décadas de existencia, es innegable. En su haber, cuenta con miles de kilómetros de redes de agua y cloacas construidos, conectando ciudades y pueblos que antes no tenían acceso a estos servicios vitales. No obstante, los desafíos que enfrenta hoy, en medio de recortes y crisis presupuestarias, amenazan con frenar ese progreso.

El futuro de millones de argentinos está en juego. El acceso a servicios de agua y saneamiento sigue siendo una asignatura pendiente en muchas regiones del país, y la capacidad del Estado para garantizarlo depende, en gran parte, de la permanencia y fortalecimiento de instituciones como el ENOHSA.

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