En la Librería Borges, Celina Rucci y Diego Casado Rubio presentaron La mujer que le hablaba al techo, una novela escrita a cuatro manos que ficcionaliza la experiencia de la actriz tras su diagnóstico de leucemia. Entre emoción, humor y testimonios potentes, la dupla subrayó el objetivo central del libro: concientizar sobre la donación de médula ósea, un gesto tan simple como vital.
La tarde en la Librería Borges tuvo una luz distinta. No solo por el clima cálido de un espacio lleno, atento, expectante, sino porque la presentación de La mujer que le hablaba al techo se vivió como algo más que un evento literario.
Fue, en muchos momentos, un acto colectivo de sensibilidad. Celina Rucci llegó acompañada de Diego Casado Rubio, su coautor, y de los periodistas Luis Novaresio y Nicolás Peralta, que guiaron la conversación con delicadeza y humor. Pero el verdadero pulso de la jornada estuvo en el relato íntimo de la actriz, que volvió sobre su propia historia para mostrarla transformada en ficción.
“Nació entre cuatro paredes mirando un techo en una sala de hospital como modo terapéutico”, dijo Rucci al explicar el origen del libro, que tiene la potencia de lo vivido pero la libertad de lo inventado. La escritura fue, inicialmente, un desahogo durante sus meses de aislamiento e internación en 2020, cuando atravesó una leucemia mieloide aguda. Allí empezó a anotar sus días “buenos y malos”, sus miedos y expectativas, aunque, como aclaró, jamás con la intención de hacer una autobiografía.
La actriz contó que llevaba años escribiendo como hobby, un modo de expresión paralelo a su carrera. Pero todo tomó otro rumbo cuando recibió, en 2024, el llamado de Casado Rubio. “Soñé con vos, te imaginé, quiero contar tu historia”, le dijo él, convencido, según ella misma relata, por una intuición casi mística. Ese impulso fue el inicio de un proyecto conjunto que, más que reconstruir la vida de Celina, buscó crear una novela con una misión.
“Nació entre cuatro paredes mirando un techo en una sala de hospital como modo terapéutico. Siempre supe que que era un desahogo, una persona tan quieta como yo, de golpe que la vida me de una enfermedad tan grave como una leucemia mieloide aguda y me frene de golpe todas mis ilusiones y mis sueños”.
Celina Rucci
Celina Rucci, su primera experiencia como autora
La presentación alternó momentos emotivos con otros de humor. Pero incluso en los pasajes más livianos se filtraba una sensación de fragilidad. “Siento nervios, estoy muy vulnerable”, admitió Rucci, con la sinceridad de quien aún se reconoce en ese proceso. “Ojalá llegue el mensaje que quiero dar, porque no escribí este libro para que me conozcan: lo escribí para que la gente tome conciencia de que donar médula es exactamente igual que donar sangre”.

La mujer que le hablaba al techo fue editado por Editorial Planeta.
Casado Rubio tomó el micrófono para profundizar sobre la experiencia compartida. “Ha sido disfrute, felicidad. Fui la persona más feliz del mundo escribiendo su historia”, dijo. Para él, la novela es un viaje emocional donde la resiliencia y la esperanza conviven con el dolor y el humor. Recalcó que se trata de una ficción inspirada en hechos reales, pensada para ser “adictiva” y lograr que, una vez en manos de lectores y lectoras, la trama avance con ritmo propio.
La conversación derivó pronto hacia la misión que ambos autores subrayan: generar conciencia sobre la donación de médula ósea. “Ser donante es salvar una vida, y es tan simple como una gotita de sangre o un hisopado”, explicó el escritor, quien remarcó que el libro está cargado de información clara sobre el proceso y de testimonios que buscan desarmar prejuicios. También llamó a incluir a personas jóvenes en la lectura, ya que solo pueden ser donantes quienes tienen entre 18 y 40 años.
Sobre el proceso que vivió, Rucci aseguró que “a todos nos puede atravesar de una manera muy fuerte, a mí me obviamente me atravesó de una manera que todavía ya sigo lidiando. Y empecé a escribir mis días malos, mis días buenos, mi esperanza y mi frustración”.
En uno de los momentos más conmovedores, Rucci recordó la existencia anónima que hoy late en su propia médula: “Yo estoy acá gracias a una mujer francesa, que sin conocerme, sin saber si era una niña, una mujer o un hombre, un día se postuló como donante. Donó sangre, esa sangre viajó hasta donde yo me estaba muriendo y acá estoy”. Un silencio largo atravesó la sala.
La autora insistió en la necesidad de hablar, de romper silencios incómodos. “Hablemos, porque lo que no se habla no existe. Y si no existe, no hay nuevos tratamientos, nuevas medicinas ni donantes de médula”, dijo, antes de agradecer a amigos, colegas y asistentes: “El tiempo es lo único que no se cobra ni se paga, y ustedes están dando su tiempo para escucharnos”.
La novela, como señalaron ambos autores, se mueve en un territorio híbrido entre lo visible y lo invisible, entre los hospitales de Nueva York y los recuerdos de una infancia en Buenos Aires. Ese tránsito, donde el dolor se vuelve impulso y la vulnerabilidad se transforma en fuerza, es parte del corazón del libro.

Sobre el final, Casado Rubio resumió el espíritu de la obra con una frase que resonó entre quienes se acercaron a la firma de ejemplares: “Este libro es un abrazo, y leer también puede sanar”. Las fiestas que se aproximan fueron la excusa para recomendarlo como regalo: “No hay mejor obsequio que un libro”, afirmó.
La mujer que le hablaba al techo ya circula en librerías. Su historia, ficción y verdad entrelazadas, busca conmover, pero sobre todo mover. Porque detrás de cada página late una convicción que Rucci repite como mantra: la solidaridad puede salvar vidas. Y a veces, empieza con una historia contada en un papel.
📽️Lucas Kaler
🗣️ Producción: Miguel Ponce de León
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