Verona, la vida entera en el baño familiar

Verona, la obra de Claudia Piñeiro, dirigida por Cristina Osses y un elenco integrado por Teresa Japas, Laura López, Mariana O’Neill y Nico Ancarola, cuenta la historia de una familia y los desafíos que plantea que el paso del tiempo a veces viene acompañado de secretos que salen a la luz.

El cumpleaños 80 de mamá, que espera para apagar las velitas con los invitados. Y un baño por donde transcurre la vida contada en clave familiar. Así se presenta Verona, el texto de Claudia Piñeiro, que los domingos a la noche se presenta en Itaca.

Los conflictos de las hermanas se van desplegando con un juego de roles intercambiables, casi en simultáneo al desplazamiento de ellas por el baño. Como en esas típicas comedias de enredos, en que se abría una puerta y cambiaba el curso del relato, acá el pararse frente al espejo, sentarse en un banquito o en el inodoro, determinan cómo cada una de las tres hermanas forman parte de esta historia.

Contada con las visiones de cada una de ellas, en torno centralmente a la relación con la madre y sus cuidados, cada intervención genera alianzas circunstanciales entre las hermanas.

Así, lo que en un momento es reprobado por dos de ellas, al rato pasa a ser aceptado, si es contado por otra.

Los matrimonios, los hijos o la falta de ellos, el dinero como mecanismo de empoderamiento, las infidelidades y las violencias atraviesan los diálogos. Pero no por dinámico, deja de haber profundidad en los temas que se abordan en una obra que no es muy extensa.

¿Cuánto tiempo se puede pasar en el baño? Hasta se puede suponer que la propia autora juega con ese mito o dato, que indica que al menos con dos mujeres se puede armar una buena charla en un baño. Y acá son tres.

Tres hermanas con características bien definidas en sus personalidades y experiencias. Pero que a la hora de “jugar” de hermanas o hijas, hasta dejan de lado esa imagen que construyeron para los demás.

Porque si hay un lugar íntimo en la familia es el status de hermanos. Y en una casa, el lugar de la intimidad es el baño. Entonces, en Verona el baño es intimidad por partida doble.

El elenco de Verona, en el saludo tras la obra en Itaca.

La intimidad de una familia que, con el correr de los minutos, empieza a mostrar cuáles son los conflictos que la atraviesan. En la propia relación entre las hermanas, con la madre que espera para cantar el feliz cumpleaños y con el hermano, que golpea la puerta para ver cuándo salen y que también plantea sus propios puntos de vista, a través de la voz en off.

El hermano que, de alguna manera, funciona como el emisario entre el afuera del baño y el adentro de la historia, pero también tiene lo suyo para callar o para decir.

Hay tensión, por las decisiones a tomar. Hay humor y juego de alianzas temporales entre las hermanas y hay un final inesperado para esa pregunta que atraviesa toda la obra y es qué hacer con mamá.