Ignacio Cámpora: un diálogo para pensar más allá de lo urgente

Ignacio Cámpora

Ignacio “Nacho” Cámpora, dirigente de ATE Capital y secretario sindical del Partido Comunista de la Argentina, analizó la situación de los trabajadores a dos años del gobierno de Javier Milei, el impacto de la reforma laboral en debate, el rol de la CGT y los desafíos del movimiento obrero frente a un escenario de ajuste, represión y pérdida del poder adquisitivo.

En la víspera de Nochebuena, Informe de Pájaros, por Radio con Aguante, abrió su primera hora con un invitado especial: Ignacio “Nacho” Cámpora, miembro del Consejo Directivo de ATE Capital y secretario sindical del Partido Comunista de la Argentina.

La invitación no fue casual.

Desde el inicio, el programa propuso un ejercicio que atraviesa su identidad: saltear la barrera de lo inmediato, frenar la pelota y pensar en voz alta, incluso, o sobre todo, cuando el clima social empuja a reaccionar antes que a reflexionar.

Cámpora recogió esa invitación desde el primer momento. Más allá de las creencias personales, señaló que el contexto de las fiestas encuentra a los trabajadores en una situación difícil. Desde su experiencia en el sector estatal, fue directo: “Nuestros compañeros llegan sin un mango”. A dos años del inicio del gobierno de Javier Milei, describió una realidad marcada por salarios deteriorados, paritarias ausentes y un poder adquisitivo que no alcanza.

Primera parte de la entrevista con Nacho Cámpora en Informe de Pájaros.

Contó que, en este fin de año, una parte de esa situación se vio “medianamente acolchonada” por un bono de 300 mil pesos otorgado por el Banco Nación a trabajadores estatales que cobran allí sus salarios, producto de la renovación de contratos. Un alivio parcial, aclaró, que permitió atravesar las fiestas con algo más de dignidad, pero que está lejos de ser una solución estructural. “Seguimos exigiendo paritarias y mejores salarios”, subrayó.

El clima en la calle acompañó ese diagnóstico. Cámpora relató recorridas por supermercados y galerías comerciales donde la postal distó de otras navidades: pocas ventas, promociones forzadas y precios de la carne que, tras subir en noviembre y principios de diciembre, debieron corregirse a la baja ante la falta de consumo. Para el dirigente sindical, no se trata de una estrategia comercial virtuosa, sino del síntoma de una situación material que no da margen.

Cámpora: el acto del 18 y los límites de la respuesta sindical

La conversación avanzó hacia el plano político-sindical con una lectura del acto convocado días atrás por la CGT, con participación de las dos CTA, organizaciones sociales y espacios políticos, a dos años del gobierno de Milei. Cámpora fue claro: más allá de la masividad relativa del encuentro, la sensación que dejó fue la de un acto realizado “porque había que hacerlo”.

Remarcó que ninguno de los discursos de la conducción cegetista tuvo un carácter combativo ni delineó un horizonte claro de confrontación. El principal déficit, según su mirada, es la ausencia de un plan de lucha: no hay definiciones sobre paros generales, escaladas sectoriales ni una estrategia sostenida frente a una reforma laboral que ya está en curso, tanto en los hechos como en el clima jurídico que habilita a las patronales a avanzar sobre derechos.

Segunda parte de la entrevista con Nacho Cámpora en Informe de Pájaros.

Reconoció, sin embargo, que en el corto plazo el acto tuvo impacto político. La postergación del tratamiento de la reforma laboral en el Senado hasta febrero y el cambio de tono de Patricia Bullrich, primero desafiante, luego obligada a “escuchar a todos los sectores”, evidenciaron que el oficialismo no logró avanzar como pretendía. Pero Cámpora fue enfático: sin conflictividad sostenida y escalada en el tiempo, esos desacuerdos internos del bloque gobernante no alcanzan. “Los antagónicos deberíamos ser nosotros y ellos”, planteó.

Bases críticas, conducción en crisis y el desafío de movilizar

Cámpora describió un escenario complejo dentro del movimiento obrero. Aunque los sindicatos siguen siendo una de las principales organizaciones del pueblo trabajador y conservan un peso real, atraviesan una crisis profunda de representación. Las bases, sean de gremios más burocráticos o más combativos, expresan una crítica generalizada hacia las conducciones.

Esa tensión se da, además, en un contexto de fuerte desmovilización. No solo por razones políticas, sino materiales: movilizarse cuesta dinero, implica riesgos laborales y, en muchos casos, temor a sanciones o despidos. “Hoy no sobra el mango ni sobra el laburo”, sintetizó. A eso se suma el factor represivo, visible semana a semana en la represión a jubilados y manifestantes, con detenciones, gases, golpes y casos emblemáticos que funcionan como disciplinamiento social.

Para Cámpora, la autopreservación es comprensible, pero no puede convertirse en parálisis. La historia demuestra, recordó, que cuando la movilización es masiva, el aparato represivo tiene límites. Por eso insistió en que la tarea central es reconstruir participación desde abajo: en los lugares de trabajo, en las juntas internas, en las bases sindicales, recuperando el ida y vuelta entre dirigencias y trabajadores que se fue erosionando con el tiempo.

Reforma laboral, salario y ganancia

El debate sobre la reforma laboral se cruzó con un fragmento televisivo que funcionó como disparador: las declaraciones del chef Mauro Colagreco en la mesa de Mirtha Legrand, defendiendo su modelo empresarial sin juicios laborales. Cámpora coincidió en un punto clave: cuando los trabajadores están en blanco y se respetan los derechos, no hay conflicto judicial. Pero fue más allá.

Señaló que en sectores como la gastronomía, históricamente atravesados por la informalidad, el problema no es el “abuso” de los trabajadores, sino la ganancia empresaria. Un bachero que cobra 400 o 500 mil pesos está muy por debajo del convenio, que supera el millón. Ahí está el núcleo del conflicto: quién se queda con la riqueza que se produce.

“El salario es el primer paso en la pelea por la distribución del ingreso”, sostuvo Cámpora, y recordó que Argentina tuvo momentos de mayor equilibrio distributivo, aunque nunca de distribución de la riqueza. Criticó que el sindicalismo haya relegado esa bandera central para priorizar otras negociaciones, como las obras sociales, que terminaron convirtiendo a muchos sindicatos en estructuras empresariales, desbalanceando prioridades.

Historia, generaciones y modelo de país

Desde una perspectiva histórica, ubicó un punto de quiebre a comienzos de los años 90, con la reforma de la ley de obras sociales y la fragmentación del movimiento obrero. Contrastó esa etapa con trayectorias laborales más estables del pasado, inexistentes para las generaciones más jóvenes, hijas del post-2001, que ingresaron a un mercado laboral cada vez más precarizado.

Reconoció que parte del discurso de la derecha logra interpelar una experiencia real: hace años que Argentina no crea empleo privado genuino. Pero advirtió que la respuesta no puede ser la desindustrialización, la primarización de la economía y un modelo “a la peruana”, incompatible con un país cuyo PBI depende mayoritariamente del mercado interno y cuya identidad histórica está ligada al ascenso social.

Para Cámpora, el gobierno de Milei avanza contra más de un siglo de conquistas del movimiento obrero argentino. No solo contra el peronismo, sino contra una tradición previa de derechos laborales que el peronismo masificó. Frente a eso, sostuvo sin rodeos su horizonte socialista, sin perder de vista que las mejoras concretas en las condiciones de vida son el terreno inmediato de la disputa.

¿Y ahora qué?

Con el año llegando a su fin, la pregunta fue inevitable: ¿qué viene? Cámpora planteó que el desafío inmediato es construir una masa crítica capaz de oponerse activamente a la reforma laboral cuando se trate en el Congreso. Esa construcción no será espontánea ni cómoda: requiere trabajo de base, concientización y unidad de los sectores dispuestos a luchar, incluso si son minoría.

Valoró el rol de ATE, que convocó a paro cuando casi nadie lo hacía, y llamó a una articulación multisectorial que incluya sindicatos, centrales, movimientos sociales y partidos políticos. También expresó solidaridad con las luchas en Bolivia, donde la Central Obrera enfrenta un ajuste regresivo, y subrayó la importancia del internacionalismo obrero.

Al cerrar, volvió al punto de partida: el acto del 18 como inicio de un debate, no como un hecho clausurado. La nueva conducción de la CGT, dijo, se construirá en la práctica, según cómo responda a las circunstancias. Pero nada dependerá solo de nombres propios. La responsabilidad es colectiva.

Porque lo que está en juego, concluyó, no es solo una reforma laboral, sino un modelo de país: si Argentina seguirá siendo una sociedad de ascenso social, con derechos y futuro para sus jóvenes, o si la desigualdad y la pobreza estructural se convertirán en paisaje permanente.


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📍Con Pablo Mercau, Solana López, Jorge Kreyness y Luana Haiht.

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