Ramón Prades es analista político, referente del Grupo San Juan y de la Red de Capacidades Nacionales, analizó en Puro Contenido Radio la coyuntura nacional, con foco en los aspectos centrales de un debate de carácter estratégico, con un proyecto nacional. La idea de superar la emergencia con miradas creativas.
Lo primero que plantea Ramón Prades es un ejemplo, “que a veces en la mejor forma de entender lo que uno quiere decir. La semana que viene el presidente Alberto Fernández va a inaugurar la licitación de un gasoducto, cuyo nombre es irrelevante en el sentido de la pelea, decir si se llama Néstor kirchner o no. Son 600 kilómetros de gasoducto que conecta Vaca Muerta con Saliqueló, en la provincia de Buenos Aires. Hoy la energía es un vector central de lo que está pasando en el mundo y en Argentina sin dudas. Se está hablando de la falta de gasoil, de la falta de gas, del concepto de competitividad que genera para la industria tener energía barata, eso redunda luego que no aumenten los precios de todos los productos”.
El referente del Grupo San Juan sostiene que “hace 10 años que Vaca Muerta, el segundo yacimiento de gas no convencional en el mundo y el cuarto de petróleo no convencional, empezó a producir gas. Y tenemos la empresa más importante de tubos sin costura del planeta, que es Techint, es decir una empresa privada con un conocimiento espectacular. Bueno, con esas dos cosas, pasaron 10 años. Es decir tres gobiernos, el kirchnerismo, Macri y ahora el gobierno de Alberto y todavía no hemos podido construir 600 km de gasoducto que tiene un costo aproximado, mas las tres plantas de licuefacción, de 2000 millones de dólares”.
Seguramente, dice, “uno piensa que eso es mucha plata. Ahora recordemos solamente el último endeudamiento de Mauricio Macri por 45 mil millones de dólares. Ahora, por ejemplo la cuenta que tenemos para comprar el gas licuado importado, se está hablando de entre aproximadamente 7 y 8 mil millones de dólares.
-¿Porque es tan importante esto?
-Porque pensar el modelo de capacidades nacionales es justamente concebir el futuro, salir de la improvisación, de esa política de la intuición. Creo que muchas veces, nosotros nos flagelamos como sociedad y no nos damos cuenta de todo esta enorme potencialidad que tenemos y, naturalmente, algunos sectores querrán que la Argentina y los argentinos sigamos debatiendo pavadas.
Porque, en definitiva, no tienen entretenidos todo el tiempo.
-¿Y qué pasa con la dirigencia?
Con todo esto se precariza muchísimo el discurso dirigencial: no solo el político, también el empresarial y el sindical. La Argentina ha tenido grandes dirigentes y dirigentas, en todos los ámbitos. Todo eso se va precarizando, la discusión baja de nivel y obviamente lo que tenemos en una foto larga, más allá de los clivajes y que dice que con uno se está mejor o peor con el otro, y es que en los últimos 40 años en la Argentina el PBI creció 0,3 % en promedio interanual y la pobreza 7 veces . En los últimos 40 años casi duplicamos la población y multiplicamos por 7 la pobreza; eso genera un deterioro en todo el orden social. Pero los activos para para salir de esa situación están.
-¿Qué implica pensar en las capacidades nacionales en términos de la política? Y además, con esa lógica que nos han creado, sobre la “imposibilidad argentina”.
El mundo funciona en base a intereses y lo estamos viendo ahora con lo que está pasando, como lo vimos durante la pandemia: servicios de inteligencia robándose vacunas en los aviones, confiscando insumos médicos. Es decir, el mundo funciona de esa forma, pero también funciona con solidaridad, con empatía con amor. Y eso muestra que los valores están en pugna. No es que solamente funciona de una manera.
Creo que cierto eso que vos planteás. Lo que sí, no hay que ser ingenuo, sobre qué hay diferentes vectores internacionales que quieren que la Argentina sea un país deprimido. Pero tampoco es menor la autoflagelación que hacemos nosotros mismos. Esta cosa que decía muy bien Diego Capusotto con el ” 6 a 1 con Bolivia, 6 a 1 con Bolivia”. De todos modos esto es muy de los centros urbanos, o le ganamos a Brasil sin arquero o perdemos con cualquier país 6-1, como decía Capusotto en ese sketch. Y la verdad es que no es ni una cosa ni la otra.
Había un teórico, hace muchos años, que hablaba del concepto de Belindia: una gran India, con un deterioro social muy grande, que es lo que hoy nos pasa y nos aflige. Y por el otro lado, algunos enclaves de PBI tipo Bélgica.
Y ahí tenés por ejemplo del sector nuclear el sector espacial. El otro día el Presidente saludaba, y es un privilegio tenerlo, a un instituto como el CONICET. La Argentina tiene todavía ese legado histórico, ese remanente que ha hecho una sociedad y una economía tan pujante, que le permite estar en el top 10 del mundo en muchas áreas.
Lo que pasa es que después no se hace de eso una Política de Estado. Entonces lo que no lográs es tener escala y el mundo se necesita precisamente eso. Si uno piensa en el INVAP, por ejemplo, que es una empresa público-privada, que es superavitaria, fijáte cómo las grietas ahí se van. Exporta, genera dólares, alta tecnología y trae buenos ingresos. Ahí uno va tachando todas las contradicciones que después vemos en medio de diferentes tribunas.
Ahora, ¿qué es lo que se necesita? Que en lugar de tener a 56 empresas, pymes de alta tecnología, que trabajan en relación a INVAP (como pasa con FAdeA -Fábrica Argentina de Aviones-), que sean 500, nos falta ese 0 del final.
El año pasado tuvimos récord absoluto de exportaciones, ¿cómo hacemos para quintuplicarlas en el próximo decenio?
-Y todo eso con una mirada federal, en algún momento habrá que discutir hasta el tema de la capitalía del país, la radicación de industrias en distintos lugares, el fortalecimiento de las economías regionales. A partir del litio se puede analizar como si fuera un manual de la economía del Siglo 21, qué hacemos con esa recurso del que la Argentina tiene una porción de las reservas a nivel mundial, pero con el riesgo, si no se tiene una política autónoma, de exportarlo en bruto y terminar importando las baterías, en el marco de la transición energética a la que se encamina el mundo.
-Justamente, gobernar es organizar una idea y eso significa organizar su territorio.
Hoy tenemos un problema de hacinamiento, un país prácticamente despoblado y complicado con problemas demográficos. Esta cuestión no se resuelven en una gestión y tampoco a palazos: uno no puede el día mañana pararse y decir “llevo la capital acá o allá, sin ton ni son”. Por ejemplo la Argentina hace muchos años que no crea ciudades, se van acabando los pueblos. Esa idea de construcción y de visión estratégica, de cara al futuro requiere inevitablemente de determinado pactos sociales, de entendimiento y acuerdo, en las dirigencias de todos los sectores.
Porque esto no se puede hacer dejando a la otra mitad de la Argentina afuera. Si percibimos en la mesa familiar o en el barrio, que el que te habla desde otro lugar es un enemigo, es muy difícil construir una unidad nacional y un concepto de nación que proyecte hacia el futuro.
Esto no quiere decir ser ingenuos frente a los intereses, las tensiones, eso está claro y tampoco hay que esconderlas abajo de la mesa, sino todo lo contrario. Al revés, hay que armar una mesa y decir: cómo planteamos nosotros que la Argentina en los próximos 20 años de vuelta de raíz todo esto.
Y ahí es cuando aparece esto que vos planteabas sobre el litio. La Argentina tiene que hacer un análisis crítico de cuál es la nueva reconfiguración del mundo. No habría demasiado problema en que nosotros empecemos, cómo pasa siempre, una exportación de materias primas, después le agreguemos valor y vayamos viendo cómo hacemos para que esa materia prima se transforme en manufactura. Además, te agrego otra cosa, no solamente las baterías: es también la Ley de Movilidad. Me parece que está en ese sendero: cómo la Argentina puede, con los amigos del barrio, Chile, Brasil, Perú, Colombia, etcétera, pensar cómo reconstruimos un eje regional, ó con los BRICS ( Brasil Rusia India China y Sudáfrica),y pensar un auto híbrido de cara al futuro.
Las naciones tienen el tamaño de sus sueños, nosotros tenemos que soñar no solo con la batería, sino con poder plantar en el mundo un vehículo. Puede ser un colectivo, por ejemplo, ¿porque no?
-¿Cómo se hace para despegar de la idea de que la política es todo lo que no resuelve lo que necesitamos? Porque sabemos que son discursos que llevan al extremismo de la anti política y eso lo terminan capitalizando las derechas.
-Absolutamente, de esto se sale con un proyecto de futuro, con esperanza. Porque la opción de la frustración es autodestructiva, una opción muy peligrosa y después termina en lo mismo: en desesperanza, en que se vayan todos, en esto no sirve para nada, en que la única salida es Ezeiza. De acuerdo en qué lugar de la pirámide alimentaria te encuentres, es el grado de violencia o de opción que algunos pueden tomar. Algunos pueden ir a Ezeiza y otros no.
-Esos otros no pasan de la esquina de la casa.
-Exactamente. Lo que hay que entender es que la Argentina tiene posibilidades y un futuro, no hay que caer en ese desánimo. Pero hay que encontrar las herramientas y poner a toda la población a trabajar en base a un sentido estratégico: ese es el gran desafío.
Por eso, apelo a la palabra del Papa Francisco, que humildemente todo el tiempo nos pide que nos queramos un poco más. Creo que es necesario asumir que la tarea de los dirigentes es pacificar la Argentina y que se animen a crear, que tengan capacidad creativa para resolver con ideas innovadoras este berenjenal. Si seguimos discutiendo ‘deuda sí, deuda no; piquete sí o piquete no’, vamos a estar encerrados contra un rincón. Hay que creer y salir por arriba.