La novela del avión como el primer acto de campaña de la oposición en Argentina

#Miradas (Por Pablo Mercau) Cronología de una causa en la que no se conoce el delito. Denunciantes confundidos y con historias sinuosas. Un juez apto para todo servicio. Las agencias de Inteligencia extranjeras, pero sin territorio. La reaparición de un exiliado, dos expresidentes poco mencionados y la mirada de Juan Domingo Perón.

Se van a cumplir dos semanas del aterrizaje del avión venezolano en Ezeiza, con una carga de autopartes procedentes de México que tienen destino final en la planta de la automotriz alemana Volkswagen, que hace 41 años opera en la Argentina y cuya única relación con el terrorismo (de Estado), podría ser su convivencia con el régimen nazi de Adolf Hitler, en la década del 30 del siglo pasado.

En estos días, frenéticos desde lo mediático y su relación dialéctica con parte de la agenda política de la oposición, dónde cada vez es más complicado entender quién influye sobre quién, aparecieron en escena todos los componentes de una historia que puede ser serie de alguna plataforma audiovisual, de no ser porque en estas historias se juega parte de la determinación del sentido común, que luego se traduce en voluntades electorales que modifican el escenario de la política nacional.

 

Nieblas en Argentina

El lunes 6 de junio un Boeing 747-300M, con matrícula YV3531, convertido a avión de carga, intentó aterrizar en Ezeiza, pero las condiciones climáticas le impidieron hacerlo y, como tantos otros vuelos, fue desviado al aeropuerto de Córdoba. A las horas finalmente regresó a Ezeiza, con la carga de la empresa Faurecia SAS Automotriz, consistente en partes de asientos necesarios para la fabricación del modelo Taos de Volkswagen.

Ahí se puso en marcha el factor desencadenante del «conflicto». Con un contrato de provisión de combustible para su viaje de regreso a Venezuela pactado con la empresa Shell, entró en escena un abogado de la empresa británico-holandesa que advirtió sobre los problemas que podrían tener con Estados Unidos, debido a las sanciones que pesan sobre el Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Áreros (Conviasa), la compañía dueña de Emtrasur, que opera la nave.

El avión fue adquirido hace pocos meses a la empresa iraní Mahan Air y como parte del contrato de compraventa, está el servicio de instrucción para los integrantes de las tripulaciones. De allí la presencia de 5 iraníes y 14 venezolanos, nacionalidades que hasta donde se sabe no forman parte de ninguna prohibición explícita en la normativa argentina. Dicho de otro modo, no configura delito haber nacido en Teherán o en Caracas, las respectivas capitales de Irán y Venezuela.

El martes 7 de junio, ante la negativa de YPF y de Axxion de venderle el combustible, desde Emtrasur decidieron partir a Montevideo, en Uruguay, para aprovisionarse del J1, el que usan los aviones. Partieron de Ezeiza con apenas 20 toneladas (cuando el mínimo recomendado es de 15 toneladas), pero en pleno vuelo, las autoridades uruguayas les negaron el aterrizaje en ese territorio, por lo cual el avión retornó a Ezeiza.

No se conocen las razones por las cuales desde Uruguay se desdijeron de su autorización inicial pero trascendió que se debió a «informes de inteligencia». Se sabe que se si tratara de hechos no sería inteligencia y esta zaga confirma esa mirada.

 

Siempre es bueno ser amigo del juez

Siempre es importante que en toda trama que tenga estas características, aparezca en primer plano el accionar de la Justicia. Presentado de esa manera nadie puede dudar de un ideal como es la justicia, pero acá se trata de otra cosa: es el Poder Judicial, o al menos una parte de él.

Federico Villena es juez federal en Lomas de Zamora y por jurisdicción tiene a su cargo esta causa, donde todavía no hay mayor delito que una sospecha.

Villena fue el magistrado que le dio cobertura legal a parte del entramado de espionaje ilegal durante el gobierno de Mauricio Macri. Por una denuncia anónima en su juzgado sobre posibles atentados en el marco de la Cumbre del G20 en Argentina en diciembre de 2018, se ordenó un espionaje que, para cuidar a los posibles destinatarios de los atentados, puso un auto con agentes de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), en las puertas del Instituto Patria.

La historia es repetida en la Argentina: por una denuncia anónima, que le da cobertura legal, se ordenan pinchaduras de teléfonos, de mails, seguimientos o directamente un auto con patente de la AFI, con agentes de la AFI en las puertas de la oficina que usaba la principal dirigente de la oposición en ese entonces: Cristina. Nada tan burdo como mandar a espiar y que el encargado de la tarea toque el timbre en la puerta del espiado.

De nuevo, si fueran hechos, no hablaríamos de Inteligencia.

Ahora, Federico Villena, quien busca entre los tipos penales realmente existente en la Argentina de qué acusar a los 19 integrantes de la tripulación, coquetea en su proyección internacional para pedir información el FBI sobre el tema. La tentación de muchos jueces argentinos por el poder del Norte es indisimulable, aún cuando Interpol haya aclarado que no existe ningún tipo de alerta ni pedido especial sobre alguno de los 5 iraníes o 14 venezolanos.

Entre las acciones del juez, están los allanamiento al hotel en Canning donde se aloja la tripulación y al propio avión en Ezeiza, sin que se haya encontrado nada relevante que permita encontrar un camino de acusación.

Entre los patrocinadores de la denuncia que presentaron los diputados opositores Ricardo López Murphy y Gerardo Millman, está María Eugenia Talerico, exvicepresidenta de la Unidad de Información Financiera (UIF), durante el gobierno de Macri. La UIF tiene como misión, entre otras, investigar el lavado de activos. Talerico, antes de su paso por la función pública, venía de ser abogada del HSBC, uno de los principales bancos sospechados de maniobras de lavado.

La otra denuncia la hizo Jorge Knoblovits, el titular de la Delegación de Asociaciones Israelitas de la Argentina (DAIA), en un texto plagado de potenciales y sin ningún tipo de precisiones, dónde recuerda que «nuestro país, y por sobre todo la comunidad judía, sufrió dos atentados. Uno en la embajada de Israel el 17 de marzo de 1992, y otro en la AMIA el 18 de julio de 1994. Justamente esos atentados, tristemente impunes hasta la fecha, habrían sido perpetrados por iraníes que aún hoy en día tienen sus alertas rojas vigentes en la INTERPOL, ya que se encuentran fugados de la justicia argentina».

En este momento en la web de Interpol, es información pública, ninguno de los tripulantes del avión forman parte de esas alertas y lo que en todo caso hace la DAIA con esta precaria denuncia es seguir la línea marcada por el Departamento de Estado norteamericano y por el Gobierno de Israel, que ubica a Irán como enemigo público número uno, parte central de su mirada geopolítica.

Un partido con reglas puestas en otros escritorios, que se desarrolla en territorio argentino.
Las diferencias históricas entre los distintos gobiernos se dan, con mayor o menor grado de sutilezas, en función del grado de autonomía que tengan las agencias argentinas de inteligencia o de seguridad.


Desde el primer momento posterior al atentado a la AMIA, cuando un cable del entonces embajador argentino en Israel, José María Valentín Otegui, llegó a la Cancillería argentina, quedó claro el acuerdo entre el gobierno de Yiyzhak Rabin y el de Carlos Menem: la pista iraní sería la hipótesis central de la voladura de la sede de Pasteur 633 en el barrio de Once, donde perdieron la vida 85 personas y unas 300 fueron heridas.

Doble carambóla para las relaciones carnales del gobierno de Menem: por un lado despejar la pista siria y no enturbiar el pasado familiar y de negocios del riojano, y por el otro reforzar su carácter de aliado extra OTAN, en tiempos del Menem elogiado en los centros del poder mundial.

En esa misma línea se puede inscribir la reaparición del periodista argentino Damián Pachter, «exiliado» de nuestro país tras la muerte del fiscal Alberto Nisman en 2015. Pachter, desde entonces en Israel, acaba de publicar en su cuenta de Twitter el «alerta» sobre un inminente ataque iraní.

Para entender el contexto más amplio del incidente en #Argentina, hay una alerta máxima desde Israel para sus ciudadanos en el exterior ante lo que consideran un inminente ataque iraní en las próximas 48hs.

Las miradas desde el Frente de Todos

Este sábado el propio Alberto dijo que la oposición «trató de aprovechar» el tema del avión y señaló que «quisieron mostrar algo que no es».

El tema le estalló al flamante titular de la AFI, Agustín Rossi, a quien le facturaron no haber actuado a tiempo. Pero el santafecino puso todas las explicaciones en claro y además demostró rápidamente su rol de vocero del Gobierno, una de las tareas que tiene además de manejar la Inteligencia.

Aníbal Fernández, titular del ministerio de Seguridad, le respondió en la últimas horas al ministro de Inteligencia de Paraguay, Esteban Aquino, que había asegurado que uno de los integrantes de la tripulación «es de la Guardia Revolucionaria Al Quds». Aquino no supo o no quiso definir de dónde salía esa versión que atribuyó a «agencias internacionales amigas». Aníbal le respondió que «por la documentación oficial, no existe relación específica con el terrorismo» y que además «no se manejan con conjeturas».

De Paraguay llega precisamente otra punta de toda esta historia. El avión de la discordia prestó servicios de carga a la empresa Tabesa, con la tarea de cargar un envío de cigarrillos, por 750 mil dólares, con salida desde Ciudad del Este y destino en Aruba, territorio de los Países Bajos en el Caribe. El vuelo fue en mayo pasado.

Tabesa pertenece a Horacio Cartés, el expresidente de ese país, con quien mantiene un estrecho vínculo otro mandatario en calidad de ex: Mauricio Macri. Pero como la indignación es selectiva, a nadie se le ocurrió pensar la conexión de Macri con el «terrorismo iraní».

Para todo siempre hay un Perón que explica algo

Cuentan que el entonces presidente Juan Domingo Perón les explicó a un grupo de intendentes que lo habían visitado, que ellos tenían más trabajo que él: “ustedes se ocupan de tres cosas; el alumbrado, el barrido y la limpieza. En cambio, yo solo me ocupo de dos; la política interior y la política exterior”.

La frase puede aplicarse a este momento. Cada cuál determinará, de acuerdo a su visión del mundo e intereses, si este tema del avión pertenece a lo exterior o a lo interior. Pero algo es seguro; se trata de un libreto escrito al calor de una doble necesidad.

Por un lado, la propia tensión de un mundo en donde se discuten de todas la maneras los realineamientos geopolíticos. Guerras y amenazas son parte del cóctel e Irán, potencia nuclear, energética y económica, esta en el top de los países «terroristas» para Estados Unidos.

Por el otro, el diseño de una agenda nacional de cara al escenario electoral, cómo fue la muerte de Alberto Nisman en 2015.

El tiempo dirá cuánto jugo se le saca a un avión que no vuela y sigue en Ezeiza, porque nadie le vende combustible y sus tripulantes todavía no saben como defenderse de una acusación que no conocen.

Bienvenidos a la campaña electoral 2023.

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