A los 93 años falleció Hebe de Bonafini, símbolo universal en la construcción de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Por Pablo Mercau
La noticia corre por grupos de Whatsapp y todos nos preguntamos si es verdad, si alguien puede chequear, como no queriendo aceptar que esta vez es cierto, que la muerte que picoteó la historia de esta mujer desde hace casi medio siglo, esta vez la llamó a ella en persona.
Las redes se hacen eco y primero alguien comparte el tuit de Víctor Tucho Fernández, el Obispo de La Plata, dónde contaba que la había visitado el viernes en el Hospital Italiano platense y que Hebe le dijo “estoy lista”, con una sonrisa.
Rezo por el eterno descanso de la Sra. Hebe de Bonafini. El viernes la visité en el hospital Italiano de La Plata y la encontré muy bien preparada. “Estoy lista”, me dijo con una sonrisa. Le di el saludo de Francisco. Ella decía que volvió a la fe después de reconciliarse con él.
— Víctor Manuel Fernández, Tucho, obispo, monseñor (@Tuchofernandez) November 20, 2022
Claro, que de este lado, somos millones los que no estábamos listos para esta noticia, donde ni el simple hecho de la edad biológica alcanza para atemperar el dato de la pérdida de una vida sin tiempo.
Después fue el posteo en la cuenta de Cristina Fernández de Kirchner, el que despejó las dudas y confirmó el fallecimiento.
Queridísima Hebe, Madre de Plaza de Mayo, símbolo mundial de la lucha por los Derechos Humanos, orgullo de la Argentina. Dios te llamó el día de la Soberanía Nacional… no debe ser casualidad. Simplemente gracias y hasta siempre. pic.twitter.com/TVUfmywmAi
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) November 20, 2022
Murió Hebe y una cascada de emociones atraviesan en un loop sin freno la salida de la dictadura; el retorno de la democracia; el Juicio a las Juntas; las leyes del Punto Final y la Obediencia Debida; los decretos de los indultos; el comienzo de los escraches de Hijos; la década de los noventa con su aire de impunidad pasada, presente y futura; el estallido de Diciembre de 2001 con los caballos de la cana cargando contra las “Viejas”, la recuperación llena de matices y contradicciones de los gobiernos de Néstor y Cristina, con un marco de Patria Grande Latinoamericana; el macrismo con su muestra cruel que el pasado es una tensión permanente; estos días difíciles que de a ratos presagian tormentas y por momentos prometen la salida del sol.
Un comunicado, firmado por Alejandra Bonafini, señala que el deceso se produjo a las 9:20 y agradece “enormemente la demostraciones de amro, acompañamiento y preocupación que en estos días de internación en el Hospital Italiano de la ciudad de La Plata, como en toda su trayectoria, ha recibido mi madre”.
Sus hijos Jorge Omar y Raúl Alfredo, secuestrados y desaparecidos por la dictadura cívico- militar. El 5 de octubre, Bonafini había asistido al Centro Cultural Kirchner (CCK) para presenciar la inauguración de la muestra fotográfica que expuso en imágenes su biografía, titulada “Hebe de Bonafini, una madre rev/belada”.
En esa cronología aparecen fotos de Hebe. Mil fotos que forman un collage de la historia reciente de la Argentina.
Porque la memoria es eso, es también un territorio de disputa. Como la Plaza de Mayo, con sus jueves de rondas, con sus diciembres de Resistencia.
Como Hebe, llena de luces y con los matices que cada cual le quiera poner en el diálogo más o menos enojado que se pueda tener, de acuerdo a las posturas políticas de la presidenta de Madres de Plaza de Mayo.
Con su carácter feroz para defender las causas justas y su ternura en el gesto cercano. Hebe funciona como espejo y como señal. Hebe habla también de nosotros como sociedad y ahí está el desafío de estas horas.
Hasta la victoria, siempre.